Concurso de fotografía sobre recursos naturales


La Asociación Argentina de la Ciencia del Suelo (AACS) organiza su primer concurso fotográfico. El objetivo de la convocatoria es reflexionar acerca del “suelo” en todos sus aspectos y poner en evidencia, a través de la mirada fotográfica, la vital importancia de los recursos naturales. Se busca también estimular la creatividad y producción hacía ese universo que se extiende bajo nuestros pies.
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El concurso está dirigido a todas las personas mayores de 18 años, argentinas y extranjeras con por lo menos dos años de residencia en el país, tanto profesionales como aficionadas de la fotografía. Con un clic podés consultar las bases y condiciones.
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La recepción del material va desde el 1° de febrero hasta el 26 de marzo de 2010... Y hay más de 10.000 pesos en premios.
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Dos textos políticos

José Antonio Cedrón y Conrado Yasenza
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José Antonio Cedrón nació en Buenos Aires, en 1945. Actualmente reside en México. Entre sus últimos libros figuran De este lado y del otro, Actas, Cuaderno de tránsito y Vidario, al que pertenece el poema elegido, un texto que habla del “desexilio”, esa palabra que inventó Benedetti para darle un nombre al regreso de una partida no buscada.
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Después de mucho tiempo
nos cuesta acostumbrarnos.
Ese extraño nosotros dejó huellas y vuelve.
Al cuarto día, al quinto ya se hacen
familiares el acento que traes,
la camisa, zapatos, tu encendedor, la pluma.
Pero un poco incomodas.
Y de alguna manera, absurda, eres el muerto
regresando despacio sobre el húmedo polvo
que dejó tu vacío: el lomo de
algún libro,
los bordes de los cuadros,
la dudosa manija del ventanal
que, entonces,
abría hacia otros vientos.
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. .José Antonio Cedrón
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Conrado Yasenza es periodista y poeta, edita la revista digital La Tecl@ Eñe y en su blog Molino Rojo y Fernet nos ofrece la inquietante colección Los poemas que no encuentran editor. Este texto sin título nos narra una escena cotidiana que, lejos de lo panfletario, nos conmueve por su naturalidad y sencillez. Saber decir sin decir es una de las mejores virtudes que puede tener un poeta... El lector sabrá cerrar el círculo.

Leyendo a Zelarayán en la cama
algo me distrae –quizá me atrae–
es tarde y el silencio abunda
pero chirrian las rueditas de un carro
y en la calle el cartonero aplasta
hasta el desánimo botellas de plástico
roña del consumo y el envase
atravesados por el aullido de un perro-lobo
objeto del harapo que anuncia el día
otro día
uno más
para el cartonero
para mí
para la muerte que se va a la cama
sin poder soñar
mueca poco agraciada por el rumor
el rugido umbroso
pero es otro día
y hay sol en la plaza
y en la esquina un anciano
se levanta del banquito
–¿Usted es plomero?
–No, soy peronista
ríe y contesta el morocho
de valija obrera
y la risa nos defiende del sentido común
y así no hay Realitat
hay realidad en sentido fuerte
nada de ayer llovió
hoy hace calor
–o también–
está el cartonero y su carro y sus perros
la roña los envases el consumo
y el sujeto que riendo
le dice al anciano que el plomero que buscaba
es peronista. .

. . . . Conrado Yasenza
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La escritura según...

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César Aira: “Prefiero una narración que fluya rápido. Pongo el peso en la historia, no en los personajes. Los personajes son como muñequitos que están ahí para representar esa historia”.



Federico Jeanmaire: “Una escritura rápida no implica que se escriba velozmente”.



Paul Auster: “Si escribo una novela, siento como si estuviera viéndolo todo en tres dimensiones. Pero si escribo un guión, pienso en un rectángulo, y además todo va cortado en trocitos y todo es diálogo. En mis novelas, apenas hay diálogos”.



Ana María Shua: “A mí me gusta mucho trabajar con la primera persona porque me gusta todo lo que la primera persona no sabe; prefiero trabajar con límites. La primera persona puede conocer su propio interior, pero en cuanto al resto del mundo, lo mira como miraría una cámara. En cambio, no me gusta tanto narrar desde un narrador omnisciente, que sabe todo. Esa falta de límites me marea un poco”.
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Una digresión sobre el pan y la poesía

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. . . . . El arriero (de Atahualpa Yupanqui)

En las arenas bailan los remolinos,
el sol juega en el brillo del pedregal,
y prendido a la magia de los caminos
el arriero va, el arriero va.

Es bandera de niebla su poncho al viento,
lo saludan las flautas del pajonal,
y animando la tropa por esos cerros
el arriero va, el arriero va.

Las penas y las vaquitas
se van por la misma senda.
Las penas son de nosotros,
las vaquitas son ajenas.

Un degüello de soles muestra la tarde,
se han dormido las luces del pedregal,
y animando la tropa, dale que dale,
el arriero va, el arriero va.

Amalhaya la noche traiga un recuerdo
que haga menos pesada la soledad.
Como sombra en la sombra por esos cerros
el arriero va, el arriero va.
. . . Al recibir el Premio Nobel de Literatura, Pablo Neruda dijo en su discurso, entre otras cosas: “El poeta no es un «pequeño dios». No está signado por un destino cabalístico superior al de quienes ejercen otros menesteres y oficios. El mejor poeta es el hombre que nos entrega el pan de cada día: el panadero más próximo, que no se cree dios. Él cumple su majestuosa y humilde faena de amasar, meter al horno, dorar y entregar el pan de cada día, con una obligación comunitaria”.
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. . . Permítaseme no estar del todo de acuerdo con Neruda. Es cierto, el poeta no es un dios; pero participa de la creación, porque cada poema nace para la eternidad. Si no fuera así, no tendría sentido el acto de entrelazar versos; el poeta sería como un jugador de fútbol que patea al arco sin estar convencido de que el destino de la pelota es el gol.

. . . Por otro lado, así como existen grandes y pequeñas diferencias cualitativas entre los poetas, también hay entre los panaderos peculiaridades del oficio que distinguen a uno de otro. Pues, por alguna razón compramos el pan en aquella panadería y no en esa otra. El pan que se hace en aquélla es más sabroso.
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. . . Del mismo modo (si bien todos podemos escribir poesía), hay poetas a quienes el “pan” les sale más sabroso. Hay muchos “poetas” que para referirse al atardecer dicen “El cielo tiñó de rojo el horizonte”... Pero por ahí surge un Atahualpa Yupanqui que dice “Un degüello de soles muestra la tarde...”
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. . . ¿Qué hizo Yupanqui en ese verso? Elaboró un pan muchísimo más sabroso que el de otros poetas... Evitó el lugar común y creó una figura; es decir, participó del acto divino de la creación. Y como quien saborea ese pan delicioso de la poesía, el lector descubrirá además que los remolinos pueden bailar, el sol jugar en el pedregal y el poncho ser una bandera de niebla.

Agustín Gribodo.-
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La pintura que ilustra esta entrada se titula Hombre con caballo y es de Ricardo Carpani (1930-1997). Creador de una obra de fuerte contenido social que lo llevó a sufrir exilio, Carpani se ha convertido en un referente obligado del arte social argentino de los años 60 y 70. (Ver más sobre Ricardo Carpani.)
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Tertulia

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Gabriel García Márquez: “La opinión de los críticos me interesaba mucho al principio, ahora, bastante me­nos. Encuentro que han dicho pocas cosas nuevas. Hubo un momento en que dejé de leer las críticas porque en cierto modo estaban condicionando —y de algún modo me estaban diciendo— cómo debería ser mi próximo libro. Una vez que los críticos racionali­zaban toda mi obra yo iba descubriendo cosas que no me conve­nía descubrir. Mi trabajo dejaba de ser intuitivo”.



Paul Auster: “La idea de llevar o no una carrera literaria me importa poco. No pienso en términos de publicar una novela cada año, de tener siempre un libro en curso, de satisfacer de manera regular una demanda. Yo hago lo que hago por necesidad, guiado por el deseo, por un impulso que tiene que ver con mis obsesiones y con las oportunidades que se me presentan”.



Abelardo Castillo: “Cuántas veces se dijo: «Ya no se puede escribir como Balzac». Y no, no se puede escribir como Balzac por la sencilla razón de que Balzac ya existió. Y escribir a la manera de Balzac no tendría ningún sentido. Lo que pasa es que no se puede ser Balzac. Creer que hay una forma «novela» y que la agota un grupo de escritores es una ingenuidad. Me parece que de esto ya venían discutiendo Hesíodo y Homero, y debían decir también que la poesía estaba en crisis”.
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