Escritores populares vs. escritores de elite

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Roberto Arlt, Mario Benedetti y Juan Martini
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. . . Quizá fue Roberto Arlt quien marcó por primera vez los límites. Lo hizo en el ya famoso prólogo de su novela Los lanzallamas. Allí, el autor no sólo expuso las condiciones de necesidad y urgencia en las que debió realizar su obra literaria, sino que también fijó las diferencias entre él y “los otros”:

. . . “(...) se dice de mí que escribo mal. Es posible. De cualquier manera, no tendría dificultad en citar a numerosa gente que escribe bien y a quienes únicamente leen correctos miembros de su familia (...)”
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Mario Benedetti –un poeta muy elogiado tras su muerte, pero menospreciado por las corrientes cultas que tildaban su poesía de sencilla– también soportó, al igual que el autor de El juguete rabioso, el poco aprecio “áulico” de su obra narrativa. Seguramente, en la óptica de las minorías selectas a las que sólo leen minorías selectas (paráfrasis de lo dicho por Arlt) no entraba la posibilidad de que muchos lectores pudieran ingresar al gran mundo de la literatura a través de los autores populares. Ladran, Sancho, podría haber dicho Benedetti antes de fijar su posición en un reportaje del año 2005:
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. . . La tregua tiene 125 ediciones y ha sido traducida a veintitantos idiomas. En el caso de esa novela, tengo mi propia explicación: es exitosa porque trata un problema de clase media. Y la clase media existe en todos los países, en todos los idiomas. En democracias o en dictaduras. Y los lectores de todos los países son de clase media. Ése es mi público, la gente de clase media.”
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Por su parte, Juan Martini, un escritor generacionalmente más cercano a nuestros días y cuya obra mereció elogios de Juan Carlos Onetti y Julio Cortázar, no tuvo pudor al sincerarse y hablar acerca de la puja entre escritores populares y de elite, un punto de mira desde el cual también se descubre la otra cara de la moneda: el lector. Estos conceptos fueron vertidos por Martini (http://www.juanmartini.com.ar/) en un reportaje realizado por el diario Clarín (16/4/2000), y conviene agregar que, además de haber sido editor, este autor rosarino ha escrito, entre muchas otras, las novelas La vida entera, La máquina de escribir, Puerto Apache y Colonia:
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. . . “(...) hay que empezar a pensar que el escritor y su texto forman parte del problema. ¿No estaremos escribiendo novelas en las que el público no encuentra referentes claros y en consecuencia se desanima y deja de leerlas? La literatura argentina, que ha producido novelas maravillosas, dificilísimas de leer, ha contribuido a que el lector se aleje de las novelas. Y por otro lado, ha habido un abuso de la experimentación y la parodia en la novela argentina. Los libros que escribimos tienen pocos lectores por su naturaleza. El público está fatigado de leer novelas que no entiende. (...) me parece que tenemos que comenzar a pensar si no nos hemos creído demasiado inteligentes, demasiado geniales y que escribimos novelas maravillosas (...)”
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7 comentarios:

Unknown dijo...

Celebro sobremanera lo dicho por Arlt en su prólogo, precisamente en "Los lanzallamas" que, según recuerdo, es el que más errores tiene. No me importan sus "errores" porque su talento los opacaba por completo. Benedetti tuvo el problema de Sandrini, herir la susceptibilidad como a propósito, siempre del mismo modo, pero en eso qué artistas ¿no?

Unknown dijo...

Sí, es durísimo el tema de las novelas en Argentina, o un exceso de sombra o un exceso de seso. Hoy no tengo a quién leer. Martini dice bien que se ha abusado con la experiencia narrativa (como la llamaba Imbert), pero también se abusa al copiar la calle, abusando de barbarismos y procacidades. El arte no es la copia de la realidad, es la creación de otra realidad posible, entre otras cosas que también es.

Agustín Gribodo dijo...

Agrego a lo tuyo, Ricardo, que el peor error de un escritor es no tener nada que decir. Es ahí, precisamente, cuando surgen esos bodrios experimentales a los que alude Martini, o esas novelitas rosas con complejo de autoayuda. En fin, lo que uno espera es que lo que lee tenga, aunque sea, unos cuantos centímetros de profundidad.
Un abrazo.

EGO_SUM dijo...

Lo que es o no culto lo definen las propias "élites" y tiene un único valor: el que ellas mismas le dan, y una necesidad: la de distinguirse -que como muy bien explica Pierre Bordiu-, no es más que una forma simbólica e ímplicita de dominación. Pero ésta a su vez necesita del hombre "común": ¿cómo se distinguiría sino?.

Pero hoy el hombre "común", ya sabe que ni la ciencia, ni la filosofía, ni la religión lo puede explicar "todo"; lo que conlleva su desmitificación , y por lo tanto su cuestionamiento.

Paralelamente, muchas veces -quizá la mayoría- lo complejo es hacer las cosas sencillas y lo sencillo es realizar "ismos". Me resultan muy interesantes en este sentido las palabras de Juan Martini; y coincido contigo Agustín en la importancia del contenido de la lectura. ¿Qué es una forma sin fondo?: podría ser un sofismo.

Un abrazo.

mario capasso dijo...

Que una buena historia esté bien escrita, y listo, encontrará sus lectores y yo espero ser uno de ellos.

Agustín Gribodo dijo...

Muy probablemente, Mario, ése sea el secreto. Y si la historia está bien escrita y me transmite cosas que me conmuevan (es decir, que me muevan el piso), mucho mejor.
Un abrazo.

wuicho dijo...

Yo siempre he pensado que no escribo nada bien. Al leer este post ya me siento mucho mas tranquilo.
Un saludo