Kafka, el político

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. . . En el libro Franz Kafka: una búsqueda sin salida, publicado por Almagesto en 1993, el profesor Rodolfo Modern señala un rasgo de la obra del escritor checo que me parece digno de señalar. Dice el académico argentino:

“Las circunstancias que Kafka vuelca en su obra jamás asumen un carácter público. Muy excepcionalmente hay alusiones de tipo político, social o económico, todas atañen a su propia situación anímica o apuntan (casi siempre de un modo simultáneo) a una concepción general de la existencia y naturaleza del hombre.”

. . . Es difícil, si no imposible, restarle entidad a las palabras de Modern. Lo que desacomoda, al menos en un primer momento, es que las lecturas de la obra kafkiana siempre arrojaron analogías de carácter social y político.
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. . . Por ejemplo: La metamorfosis remite al espacio marginal que se le adjudica a quien deja de servir a la sociedad (“la cucaracha” fue, desde siempre, un símbolo ineludible). Por su parte, El proceso muestra el modelo de un Estado omnímodo que impone el terror a través de una justicia inaccesible. No menos puede decirse de El castillo, novela en la que el señor K se pierde en los vericuetos de una superestructura incomprensible para la lógica humana (puede tratarse de una red tejida por Dios, pero por qué no de una telaraña burocrática que escapa al dominio de los ciudadanos y los asfixia).
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. . . El propósito de esta Nota al margen no es desacreditar el juicio de Rodolfo Modern. Muy por el contrario, el lúcido ensayo aparecido hace ya 15 años no hace más que poner de relieve la trascendencia de Franz Kafka y, de manera rotunda, subrayar que la profundidad de una obra literaria es proporcional a la diversidad de sus lecturas. Mirado de este modo, puede decirse que Kafka, sin hacer referencia a cuestiones políticas, ha construido una de las obras más políticamente comprometidas de la historia de la literatura.

Agustín Gribodo

2 comentarios:

Anónimo dijo...

En mi opinión las polémicas que generan los grandes "clásicos", ya sean escritores, cineastas, pintores, fotógrafos, músicos...
son más bien producto de la crítica que se genera alrededor de ellos que de las pretensiones de los mismos. Otra cosa es que el "yo", no se pueda separar de la realidad que le rodea. Con esto quiero decir que Kafka al escribir la metamorfosis, el proceso o cualquiera de sus obras, si tenga en cuenta esas características sociopolíticas; pero lo que distingue a los grandes "genios", es la capacidad de observar y describir la realidad alejándose de todo carácter dogmático.

Anónimo dijo...

Excelente la observación de Ego-Sum acerca de que los grandes genios observan la realidad sin dogmatismos. Cuando el creador de aparta de ese camino, es fácil caer en el arte panfletario (que, obviamente, no es arte).