Roberto Fontanarrosa: "Las malas palabras"

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Discurso pronunciado en el Congreso de la Lengua realizado en Rosario, en noviembre del 2004
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. . . No voy a lanzar ninguna teoría. Un congreso de la lengua es un ámbito apropiado para plantear preguntas y eso voy a hacer. La pregunta es por qué son malas las malas palabras, ¿quién las define? ¿Son malas porque les pegan a las otras palabras? ¿Son de mala calidad porque se deterioran y se dejan de usar? Tienen actitudes reñidas con la moral, obviamente. No sé quién las define como malas palabras. Tal vez al marginarlas las hemos derivado en palabras malas, ¿no es cierto?
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. . . Muchas de estas palabras tienen una intensidad, una fuerza, que difícilmente las haga intrascendentes. De todas maneras, algunas de las malas palabras... no es que haga una defensa quijotesca de las malas palabras, algunas me gustan, igual que las palabras de uso natural.
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. . . Yo me acuerdo de que en mi casa mi vieja no decía muchas malas palabras, era correcta. Mi viejo era lo que se llama un mal hablado, que es una interesante definición. Como era un tipo que venía del deporte, entonces realmente se justificaba. También se lo llamaba boca sucia, una palabra un poco antigua pero que se puede seguir usando.
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. . . Era otra época, indudablemente. Había unos primos míos que a veces iban a mi casa y me decían: “Vamos a jugar al tío Berto”. Entonces iban a una habitación y se encerraban a putear. Lo que era la falta de la televisión que había que caer en esos juegos ingenuos.
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. . . Ahora, yo digo, a veces nos preocupamos porque los jóvenes usan malas palabras. A mí eso no me preocupa, que mi hijo las diga. Lo que me preocuparía es que no tengan una capacidad de transmisión y de expresión, de grafismo al hablar. Como esos chicos que dicen: “Había un coso, que tenía un coso y acá le salía un coso más largo”. Y uno dice: “¡Qué cosa!”
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. . . Yo creo que estas malas palabras les sirven para expresarse; ¿los vamos a marginar, a cortar esa posibilidad? Afortunadamente, ellos no nos dan bola y hablan como les parece. Pienso que las malas palabras brindan otros matices. Yo soy fundamentalmente dibujante, manejo mal el color pero sé que cuantos más matices tenga uno, más se puede defender para expresar o transmitir algo.

. . . Hay palabras de las denominadas malas palabras, que son irremplazables: por sonoridad, por fuerza y por contextura física. No es lo mismo decir que una persona es tonta, a decir que es un pelotudo. Tonto puede incluir un problema de disminución neurológica, realmente agresivo. El secreto de la palabra “pelotudo” –que no sé si está en el Diccionario de Dudas– está en la letra “t”. Analicémoslo. Anoten las maestras. Hay una palabra maravillosa, que en otros países está exenta de culpa, que es la palabra “carajo”. Tengo entendido que el carajo es el lugar donde se ponía el vigía en lo alto de los mástiles de los barcos. Mandar a una persona al carajo era estrictamente eso. Acá apareció como mala palabra. Al punto de que se ha llegado al eufemismo de decir “caracho”, que es de una debilidad y de una hipocresía…
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. . . Cuando algún periódico dice “El senador fulano de tal envió a la m… a su par”, la triste función de esos puntos suspensivos merecería también una discusión en este congreso.
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. . . Hay otra palabra que quiero apuntar, que es la palabra “mierda”, que también es irremplazable, cuyo secreto está en la “r”, que los cubanos pronuncian mucho más débil, mielda, parece chino y en eso está el gran problema que ha tenido el pueblo cubano en la falta de posibilidad expresiva.
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. . . Lo que yo pido es que atendamos esta condición terapéutica de las malas palabras. Lo que pido es una amnistía para las malas palabras, vivamos una Navidad sin malas palabras e integrémoslas al lenguaje porque las vamos a necesitar.
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Tertulia

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Charles Baudelaire: “La línea recta consiste en decir: «El señor X es un hombre deshonesto y además un imbécil; cosa que voy a probar» –¡y a probarla!–. Recomiendo este método a quienes tengan fe en la razón y buenos puños”.



Joaquín Giannuzzi: “Para asumir las verdades humanas hay que estar en el mundo”.



César Aira: “Un editor amigo mío decía que de cada diez libros que se piensan, uno se escribe. De cada diez libros que se escriben, uno se publica. De cada diez libros que se publican, uno se vende. Y de cada diez libros que se venden, uno se lee”.



Abelardo Castillo: “Todas las generaciones están en disputa con las anteriores y en deuda con ellas. Cuando uno quiere estar únicamente en polémica con la generación anterior, en general no es un buen escritor: es alguien que quiere ser notorio. Si se quiere ser realmente llamativo, no hay necesidad de escribir: se sale desnudo a la calle y se terminó; ése es un rasgo de rareza que comentarán todos”.
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"El tiempo mata", de Agustín Gribodo


El tiempo mata, novela de Agustín Gribodo, mereció la 2a. Mención en el Premio Bienal Federal 2008. Fue publicada por Ediciones de la Cultura con un trabajo de tapa del fotógrafo paranaense Roberto Giusti.


Dijo el escritor Federico Jeanmaire acerca de esta obra:

“Debajo de una trama que oscila entre el policial y el drama familiar, la primera novela de Gribodo se da tiempo para preguntarse, también, por la identidad, por las ausencias, por la sinrazón y por los lazos que, muy precariamente, acostumbramos a construir los seres humanos. Sin respuestas, sólo con preguntas. Como suele hacerlo, desde siempre, la literatura.”

Podés leer el comienzo de la novela.

Criticas sobre El tiempo mata.

Puntos de venta.

Ella, en la literatura y el arte fotográfico

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... Ella se vuelve apenas un murmullo, esa gotita de agua que se descuelga de la canilla y humedece esta tierra solitaria que llevo en mí; es una bolita de algodón que yo tengo entre los dedos, con la que juego, con la que me defiendo cuando frente a la pantalla, entre pastas dentales, viajes en avión y medicina prepaga, me cuentan las atrocidades con que la humanidad festeja su entrada al tercer milenio. Yo miro sin ver eso con lo que me están urgiendo: aviones, metrallas, rostros que desfigura el horror, discursos, aplausos, cortes de manga, aunque en realidad estoy atento a esa gotita de luz que tengo entre mis dedos.
... Juego con ella, le doy todas las formas posibles, suelo darle vueltas y más vueltas, tantas que sin quererlo dejo de ser yo para irme incorporando a lo que es ella. Casi sin que ella lo advierta.
... Ella es entonces la que juega, la que me envuelve, la que me da todas las formas posibles, me transforma, me modifica, me distorsiona, soy una cucaracha y también un ángel, un pordiosero, el ser más rico del planeta, y ella es también la que, quizá sin proponérselo, me cura, me alimenta, me libera, me acompaña y me da fuerzas para seguir soñando.
El fragmento pertenece a Ella, novela breve de Juan Alberto Núñez de la que Isidoro Blastein dijo: “Ella es todas las mujeres, pero no es una sola mujer, es el alma de la mujer entrevista a través del simple y antiguo amor humano”.
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Núñez, más conocido en el oeste del Gran Buenos Aires como el Negro Núñez, es uno de esos escritores que no alcanzaron la trascendencia que otorgan las grandes editoriales, aunque su obra puede, sin pudor, estar entre las mejores. Publicó también, entre otros, Contracuentos, Hay tanta gente que se parece, y El telegrama y otros cuentos, género en el que es un verdadero especialista.
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La ilustración pertenece a Roberto Giusti, fotógrafo de Paraná, Entre Ríos, creador de una técnica que él denomina pixelismo fotográfico. Gracias a la combinación de programas digitales consigue llegar al límite de lo figurativo y establecer un terreno en donde la fotografía adquiere el más profundo sentido del arte. Giusti expondrá hasta el 10 de septiembre de 2009 en Sunchales, provincia de Santa Fe, en la Fotogalería Fundación de la Cuenca, y con un solo clic se puede conocer más acerca de sus trabajos.
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El más pintado... San Juan de la Cruz

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Mi amado las montañas,
Los valles solitarios memorosos,
Las ínsulas extrañas,
Los ríos sonorosos,
El silbo de los aires amorosos.
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La noche sosegada
En par de los levantes de la aurora,
La música callada,
La soledad sonora,
La cena que recrea y enamora.

Estas estrofas pertenecen al Cántico espiritual. Como puede observarse, San Juan de la Cruz nada explica; en su poesía no existe la lógica sino la revelación.
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La poesía de San Juan puede comprenderse a través de los siguientes preceptos: 1) El tema es el amor. 2) El amor no puede decirse, es inefable. 3) El amor sólo es alcanzable por medio de la poesía; así, con figuras, comparaciones y semejanzas se sugiere algo de los “secretos y misterios”. 4) Un poema no puede ser entendido jamás a través de la razón. 5) Un poema nunca puede ser entendido ni explicado del todo.
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San Juan de la Cruz, junto con Santa Teresa, son los máximos representantes del misticismo español del siglo XVI.
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La Virgen en lápiz que ilustra esta entrada pertenece al escultor y dibujante Mariano Müller, cuyas obras pueden verse con un clic.
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Poesía, emoción y sentimentalismo

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Fernando Pessoa decía que “un poema es la proyección de una idea en palabras a través de la emoción”. Por ende, agregaba este gran poeta nacido y muerto en Lisboa, “la emoción no es la base de la poesía, sino tan sólo el medio del que se sirve la idea para ser reducida a palabras”.
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De esto se puede inferir que la emoción no es el poema. Tampoco la emoción es un cuento, una pintura, una película o cualquier otra expresión artística, sino el vínculo necesario entre el creador y la palabra o la imagen.
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Es común encontrarse con poemas “emotivos” que no han pasado por el tamiz artístico y han quedado naufragando en el mar del sentimentalismo. Esos simulacros de poema casi siempre pertenecen a gente que recién empieza a escribir y no tiene –o no ha alcanzado todavía– la formación que puede dar la lectura..., la buena lectura.
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En esos poemas “emotivos” abundan corazones desgarrados, letanías amatorias plagadas de lugares comunes, sensiblería patética y muchas –demasiadas– ganas de demostrar que el autor está sufriendo.
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Todo esto convierte al “poema” en algo que sólo tiene valor para quien lo ha escrito. De ahí mi alegría al descubrir dos autores jóvenes e inéditos que entienden la diferencia entre poesía, emoción y sentimentalismo.
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El primero, Jonatan Márquez –21 años, nacido en Merlo (provincia de Buenos Aires) y estudiante de teatro–, cuenta con una vasta obra inédita y hace poemas como éste:

FORMAS
Para ella es papel toda la luna
pájaro cansado el otoño
el abismo siempre frío y miel
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calle pesada la vida
su pena angustia de cristal
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sin embargo
para mí
que me embarco en sus ojos
toda ella es antorcha
devorándose el viento.
El segundo autor es Alberto Lago –reside en Vigo, España–; tiene 33 años y sus aficiones son la fotografía y los poemas, además de ser un gran lector y conocedor de la literatura universal:

GUÍAME
Como el agua arrástrame
corriente;
que mi mejilla acaricie su pecho
y mis oídos palpiten sobre su piel
y con la brisa mis labios áridos su sed sacien.
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Guíame
corriente;
mengua mis anclas, alza mis pies
aunque occiso, guíame
para así poderla ver.

En el caso de Jonatan Márquez se muestra una poética de imágenes, y en el de Alberto Lago se percibe un culto por la palabra, propia de la tradición poética española. En los dos ejemplos se aborda el tema amoroso pero se evita caer en el sentimentalismo y la queja lúgubre. Para ver otros poemas de Márquez, haz clic acá; para visitar el blog de Lago, cliquear aquí.
. . . La pintura que acompaña esta entrada es El beso y su autor es René Magritte.
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