La escritura según...

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Osvaldo Soriano: “Quizás lo único que me propongo al escribir es quitarle a la literatura cierta solemnidad que tiene. Tengo poca relación con la crítica. Me importan los lectores, divertirme escribiendo y abrir un mundo que mezcle la aventura con la política y el humor”.



Italo Calvino: “El arte de escribir historias está en saber sacar de lo poco que se ha comprendido de la vida todo lo demás; pero acabada la página se reanuda la vida y uno se da cuenta de que lo que sabía era muy poco”.



Azorín: “¿Qué sería un escritor sin esa traba que le obliga a sutiles vueltas y revueltas para decir lo que no se puede decir? La técnica literaria sale ganando”.



Federico Jeanmaire: “Sé pocas cosas como escritor, pero una la tengo clara: hablo con cinco personas que me leyeron y a cada una le gustó algo distinto. ¿Para cuál de los cinco debería escribir? Cuando se escribe se está solo, y en esa soledad hay que tomar todas las decisiones. Por eso, escribir pensando en el lector me parece hasta demagógico. Eso sí, ciertas estéticas muy personales tardan un tiempo en encontrar a sus lectores”.
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Tres Poetas Tres


. . Al leer a algunos poetas descubro que la vitalidad no siempre está en los cinco minutos de éxtasis o iluminación, sino en otra cosa más mundana, más dolorosa. Es como si en cierto modo, y en el sentido pleno del oficio, el poeta fuera un pordiosero que va mendigando por el mundo y por las vísceras de su propia humanidad.

. . Haciendo honor al axioma de Nicanor Parra que dice que “poesía es todo lo que se mueve; el resto es prosa”, propongo tres poetas que no hacen prosa, que son inquietos... y que a la vez inquietan. Los tres son argentinos: Rolando Revagliatti y Alejandro Schmidt (constructores ambos de una vasta obra), y el joven Henríquez (así nomás, sin nombre), recientemente publicado por Ediciones de la Cultura.

HE SIDO EL ANCLA
He sido el ancla de mi mamá
y el “no se puede
seguir en lo que estábamos”
de mi papá.
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Él, en parte, pudo
seguir en lo que estaba.
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. . . (Rolando Revagliatti; libro Sopita -2008-)
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LEYENDO UNA REVISTA DE POESÍA
Y ese que habla del amor
y el otro que evoca la heladera
de su madre muerta
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una tras otra
las columnas de vocablos
como ejércitos volviendo del desastre
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algo encuentro en el papel barato...
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Humo de sacrificios
o el gran porvenir de otra ilusión.

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. . . (Alejandro Schmidt; libro 60 poemas breves -2009-)
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DIFERENCIA O SEMEJANZA
Yo no tengo
Nada que ver con el Chino
Al que le pegaron 3 tiros
Justo antes
De juntar las 60 lucas
Para el terreno
Que quería.
Pero a su vez
Tengo
Más que ver con el Chino
Que con el resto
De este mundo.

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. . . (Henríquez; libro La cafetería de Phil -2009-)

¿Literatura peronista?


Hace un mes, el periodista y poeta Conrado Yasenza me pidió que participara con un artículo en la edición marzo-abril 2010 de La tecl@ eñe, revista digital que edita paciente y laboriosamente. El tema propuesto tenía que ver con la literatura política, más precisamente con la “literatura peronista”. Le manifesté a Yasenza mis reservas respecto del tema y la posibilidad de que mi opinión fuera contraria a la existencia de una literatura peronista. Me respondió que la amplitud de criterios era, sobre todo, lo que le interesaba a él como editor.
Si querés ver el artículo “¿Literatura peronista?”, sólo tenés que cliquear el título del mismo.
Para descubrir el contenido de La tecla eñe hacelo sobre el nombre de la revista.

Onetti, el escritor salvaje


. . Tanto el uruguayo Juan Carlos Onetti como el argentino Roberto Arlt son referencias obligadas en el desarrollo de la literatura que describe al habitante de las grandes urbes. En las obras de estos dos escritores viven personajes mezquinos, tristes, ambiciosos, asesinos, locos y, antes que nada, sinceros y crueles con los demás y con ellos mismos.
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. . Como si participaran de la filosofía de sus propios personajes, Arlt y Onetti no siempre han tenido gestos y dichos políticamente correctos. Tal actitud les granjeó el mote de “amargos” e “iconoclastas sociales”, cuando no de “salvajes”.
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. . Onetti nació en Montevideo, en 1909, y murió en Madrid, en 1994. A los 30 años de edad publicó su primera novela, El pozo, en la que aparecen las obsesiones que lo habrían de seguir a lo largo de toda su obra: incomunicación, desamor, amargura y el espejismo de la pureza que ofrece la juventud fugaz.
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. . En el excelente sitio ClubCultura.com se encuentra una página dedicada a este autor, que fue –y sigue siendo– uno de los grandes de la literatura latinoamericana. De esa página web extraje fragmentos de entrevistas que pintan de cuerpo entero el carácter confrontativo que lo convirtió en el escritor más polémico que haya dado Uruguay. La ilustración de esta entrada pertenece a Jorge Mato, un joven ilustrador que reside en Montevideo.

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–¿Qué función desempeña el intelectual en nuestra sociedad y cuáles son las actividades que, según usted, le corresponden?
. . . –No desempeña ninguna tarea de importancia social. Le corresponde tener talento.
–¿Qué medidas concretas estima necesarias para mantener viva la comunicación escritor-público?
. . . –Placer de reiterar: que el escritor tenga talento.

(Marcha, Montevideo 27.5.1960)

–¿Es vigente la soledad del escritor o habría que modificar el concepto en la actualidad?
. . . –Si la soledad significa lo que yo entiendo, contesto "vigentísima". Para todo ser humano, escriba o no. En caso contrario me adhiero espiritualmente a las peñas, las mesas redondas y los torneos con flores naturales.

(El Popular / Suplemento Cultural, Montevideo 26.1.1962)

–Si usted estuviera en mi lugar reporteando a Onetti, ¿qué le preguntaría sobre la literatura uruguaya?
. . . –Una monstruosidad.
–¿Y usted que contestaría?
0. . . –Que no es elegante hablar de los colegas.
–No me imagino al protagonista de una leyenda negra contestando eso.
. . . –Ahí está el error, no tengo nada que ver con esa leyenda.
–¿Cómo? ¿Entonces usted no es el laboratorista que toma a la gente como conejillo de Indias? ¿Una especie de experimentador sin escrúpulos, un retorcido a quien imputan las peores maldades?
. . . –No, no soy. Ni siquiera soy el alcoholista mujeriego de que habla el capítulo segundo de la leyenda.
–Sin embargo, se casó cuatro veces y desde que llegué se tomó sus buenos tres vasos de vino.
. . . –Solo con vino puedo aguantar los reportajes.
–¿Por qué escribe?
. . . –Escribo para mí. Para mi placer. Para mi vicio. Para mi dulce condenación.
–¿Cómo escribe?
. . . –Estupendamente.
Conteste con seriedad.
. . . –Sí, señora. No entendí la pregunta.
–Bueno, quiero decir si escribe con un plan que elabora previamente. Si sabe exactamente adónde va a llegar.
. . . –Sé qué va a pasar. No sé cómo va pasar. Si supiera cómo va a pasar no lo escribiría.
–¿Quiere decir que verdaderamente escribe para usted? ¿Que en una isla desierta escribiría?
. . .Escribiría.

(María Esther Gilio, La Mañana, Montevideo 20.8.1965)

–Bueno, yo creo que usted se niega al mundo. Y su literatura es un reflejo muy claro de su forma de vida... sus personajes desconectados de la realidad, moviéndose en un mundo distorsionado...
. . . –Primero tendría que preguntarle por qué cree que "su realidad" es "la realidad". Mis personajes están desconectados con la realidad de usted, no con la realidad de ellos. En cuanto al mundo distorsionado, concedo. Pero... o uno distorsiona el mundo para poder expresarse o hace periodismo, reportajes... malas novelas fotográficas.
–¿Se identifica con el protagonista de El pozo cuando éste decía: "Soy un hombre solitario que fuma en un sitio cualquiera de la ciudad"?
. . . –Sí, con éste y con muchos otros protagonistas. ¿Tampoco le contaron que el arte es una eterna confesión?

(María Esther Gilio, Marcha, Montevideo 1.7.1966)

–Usted fue revalorado por el surgimiento del «boom», al que se lo incorporó un poco retrospectivamente, pues su primer libro es de 1939. Durante ese tiempo, sin lectores casi, ¿para quién escribió? Dicho de otra manera: ¿necesita lectores? ¿Para quién escribe?
. . . –Le contesto lo que una vez Joyce le contestó a alguien que lo entrevistaba. Me siento en un extremo del escritorio, decía, y le escribo a la persona que está en el otro extremo. En el otro extremo está James Joyce.

(Alfredo Barnechea. Entrevista hecha en Montevideo, en 1973)
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Neruda, Chile... y a nacer de nuevo

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Por alguna razón que ignoramos, ciertos versos quedan en algún rincón de nuestra memoria para ser recuperados en momentos de angustia y dolor. En mi caso, cuando la fe decae, recurro a unos versos de Pablo Neruda: Estoy muerto, / estoy asesinado; / pero estoy naciendo / con la primavera / porque ha salido el sol. (...)
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Hoy, a una semana del sismo que castigó a Chile, y que aún conmociona con sus réplicas, creo que el mejor abrazo que se le puede dar al pueblo chileno es una voz de aliento en las palabras de Neruda. Vaya pues en el viento y por encima de la cordillera un poema del hombre que vio la luz en Parral, región de El Maule, un 12 de julio de 1904. ¡Y a nacer de nuevo, Chile, porque ésa es la ley de la vida!
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. . . .Silencio

Yo que crecí dentro de un árbol
tendría mucho que decir,
pero aprendí tanto silencio
que tengo mucho que callar
y eso se conoce creciendo
sin otro goce que crecer,
sin más pasión que la substancia,
sin más acción que la inocencia,
y por dentro el tiempo dorado
hasta que la altura lo llama
para convertirlo en naranja.
. . . . . . . . . . . . . . . . . . Pablo Neruda