Tertulia

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Adolfo Bioy Casares: “Una persona que ha escrito algo debería ser humilde porque sabe que él mismo está ante el error y el acierto continuamente”.



Jorge Boccanera: “Me llama la atención a veces en las presentaciones de libros esa pose de «ojo, escritor pensando» y el ambiente de velorio. El diálogo cultural nada tiene que ver con el aburrimiento y la sangre de estatua. Eso podría ser una herencia de Leopoldo Lugones, que se sentía más allá de la gente”.



Roberto Juarroz: “El hombre no es hombre sin su palabra y su silencio”.



Luisa Valenzuela: “Yo creo que si no hay un meollo de secreto, de lo inefable, de algo que está más allá de las palabras, no habría literatura, no habría creación, no habría invención literaria”.



Haroldo Conti: “Siempre digo, en un cuento inclusive, que la vida es una especie de borrador que uno nunca termina de pasar en limpio. Y mi vida es un perfecto borrador, bien borroneado, bien tachado, vuelto a rescribir, nunca completo, nunca terminado”.
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La novela según...

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Federico Jeanmaire: “En mis novelas aspiro a meter todo lo que se me antoje. Quizá los cuentos se escriban de otro modo, pero no las novelas, que son un terreno abonado a la libertad”.



Abelardo Castillo: “La novela da espacios para contar hechos, contar lo que sienten los personajes, dar una visión del mundo”.



César Aira: “La gran novela del siglo XIX se mantiene viva en lo que los norteamericanos llaman commercial fiction, el best seller, que está hecho sobre los modelos de la novela del siglo XIX, y sigue viva y muy preferida por los lectores, o al menos por los compradores de libros”.
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El más pintado... Julio Cortázar, por Agustín Gribodo

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. . . . “Se dice que lo más sensato es concentrar la atención en su mano derecha, porque esa mano por fuera del pulóver está en contacto con el aire frío de la habitación, es como un anuncio de que ya falta poco y además puede ayudarlo, ir subiendo por la espalda hasta aferrar el borde inferior del pulóver con ese movimiento clásico que ayuda a ponerse cualquier pulóver tirando enérgicamente hacia abajo.”

Quién no recuerda ese personaje anónimo, entregado a una desesperada lucha contra la prenda, una batalla en la que fatalmente lleva las de perder; porque no hay que olvidar que en el mundo de lo fantástico el vencedor puede ser un simple pulóver.
Eso bien lo sabía Julio Cortázar, que hizo de la literatura un juego. Él mismo ha dicho alguna vez que en su caso la literatura había sido “una actitud lúdica”, con toda la seriedad que para él tenía el juego.
El fragmento, casi no hace falta mencionarlo, pertenece a No se culpe a nadie, cuento breve que –con mucho más de su obra– puede ser leído en La página de Julio Cortázar.
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La ilustración en grafito sobre papel me pertenece. Fue realizada para una muestra en homenaje a Cortázar en el Centro Cultural Borges, en Buenos Aires, en el año 2005, y en la que expuse junto con los artistas plásticos Huadi y Martín Dinatale.
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La poesía según...

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Mario Benedetti: “Mis maestros fueron Vallejo, Neruda, Pessoa y Borges, a quien se lo admira por sus cuentos pero se lo quiere más por sus poemas, porque se muestra como era, un ser desvalido y frágil”.



Hugo Mujica: “Yo siento que aquello en lo que estoy más vivo es en la poesía. Que ésa es la dimensión más profunda de posibilidad de vinculación con la realidad”.



Ivonne Bordelois: “La poesía, que tiene que ser palabra pura para ser poesía, es la que reemplaza el universo presente –la contaminación, la corrupción que nos rodea– por el otro universo donde por fin no sólo sobrevivimos sino que respiramos”.
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Concurso de microrrelatos


La Municipalidad de Río Gallegos, en la provincia argentina de Santa Cruz, y el grupo literario “La nave fue y volvió” convocan a participar en el Segundo Concurso de Microrrelato. Podrán enviar sus trabajos personas de todas las edades y nacionalidades, y los textos no deben superar las 100 palabras, incluyendo el título.
El tema y el formato (poesía, narrativa, teatro, etc.) son libres, y el envío se realiza por e-mail. Una vez recibidos, los textos serán subidos, con el correspondiente seudónimo, al blog http://tallerliterariorg.blogspot.com/ para que puedan ser vistos por los internautas.
Las características del formato y los detalles del envío los podés ver haciendo un clic. La recepción comenzó el 1° de marzo de 2009 y se extiende hasta el 1° de noviembre.
No te duermas, podrás exhibir tu trabajo y hay premios en efectivo. Se ruega ser breve.
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El más pintado... Augusto Monterroso, por Fernando Botero

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EL PARAÍSO IMPERFECTO
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–Es cierto –dijo mecánicamente el hombre, sin quitar la vista de las llamas que ardían en la chimenea aquella noche de invierno–; en el Paraíso hay amigos, música, algunos libros; lo único malo de irse al Cielo es que allí el cielo no se ve.

Augusto Monterroso, autor de esta pequeña gran obra, fue un escritor guatemalteco nacido en Honduras en 1921. Por cuestiones políticas, en 1944 fijó su residencia en México, donde murió en el año 2003.

Con una prosa llana y una brevedad admirable, este maestro de la fábula y del microrrelato (o minicuento) creo diminutas ficciones de una profundidad densa e inquietante. Su cuento más breve, El dinosaurio, tiene sólo siete palabras: “Cuando despertó, el dinosaurio todavía estaba allí”.

Alguna vez, Simone de Beauvoir dijo que “los paraísos inmóviles no pueden prometer más que un eterno aburrimiento”. Augusto Monterroso supo ponerle dimensión poética y filosófica a esa idea. Al fin y al cabo somos hombres, no dioses. Para leer más sobre este autor cliqueá aquí.

La pintura (Adán y Eva) tiene el sello estético de Fernando Botero, sobre quien no hace falta abundar en detalles. Basta con decir que nació en 1932, en Medellín, Colombia, y que está considerado, actualmente, como el artista vivo de América Latina más cotizado en el mundo. Con un clic, se puede conocer algo más sobre este gran artista.

La escritura según...

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Roberto Fontanarrosa: “Yo nunca voy a ser un escritor importante, en el sentido de que nunca vuelco en las historias los dramas personales míos, las cosas que realmente lastiman. Y te diría que tampoco me gusta mucho leer de otros autores eso”.



Ernesto Sabato: “El tema no se debe elegir; hay que dejar que el tema lo elija a uno. No se debe escribir si esa obsesión no acosa, persigue y presiona desde las más misteriosas regiones del ser”.



Henry Miller: “El escribir, como la vida misma, es un viaje de descubrimiento. La aventura es de carácter metafísico: es una manera de aproximación indirecta a la vida, de adquisición de una visión total del universo, no parcial”.



Mario Vargas Llosa: “Es muy difícil pensar en «ser un escritor» si uno ha nacido en un país donde casi nadie lee: los pobres porque no saben o no tienen los medios para hacerlo y los ricos porque no les da la gana. En una sociedad así, querer ser un escritor no es optar por una profesión sino un acto de locura”.
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Borges, Heráclito y la lectura

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. . . Cuando se relee un libro después de una década se corre el riesgo de caer en el mayor de los desencantos o quedar maravillado. En los dos casos, la sensación suele ser la misma: el libro que se tiene entre las manos no parece ser el que había sido leído años atrás. Pero, ¿es el libro lo que realmente ha cambiado?

. . . Al respecto, Jorge Luis Borges escribió en un breve ensayo sobre Bernard Shaw, incluido en Otras inquisiciones (1952):

“El libro no es un ente incomunicado: es una relación, es un eje de innumerables relaciones. Una literatura difiere de otra, ulterior o anterior, menos por el texto que por la manera de ser leída: si me fuera otorgado leer cualquier página actual –ésta, por ejemplo– como la leerán en el año dos mil, yo sabría cómo será la literatura del año dos mil.”

. . . Con estas palabras, Borges define la literatura como un fenómeno condicionado por múltiples variables, entre las cuales el lector ocuparía un rol sobresaliente. Pero esta característica no es exclusiva de la literatura. Por el contrario, es común a todas las ramas del arte, pues el hecho artístico se manifiesta, más que en sí mismo, en el espectador (o, en el caso particular de las letras, en el lector).

. . . “Nadie puede bañarse dos veces en el mismo río” es una célebre afirmación de Heráclito (a quien Borges menciona en su breve ensayo). Parafraseándola, bien podría decirse que nadie lee dos veces el mismo libro. Pero reitero la pregunta: ¿es el libro el que ha cambiado?

. . . También fue Heráclito el que dijo que “todo fluye”. Y es quizás esta aseveración la que toma Borges para considerar que el cambio más significativo no se produce en el texto sino en la manera de leer. Inevitablemente, el hombre cambia, y con él su mirada.

. . . Se puede entonces jugar con las palabras de Heráclito y decir que las aguas de un río no bañan dos veces al mismo hombre. Si esto es en parte cierto, se podría afirmar que ningún libro es leído dos veces por los mismos ojos.

Agustín Gribodo.- (Ver “Borges y el Minotauro”).

El cuento según...

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Mempo Giardinelli: “El cuento es el género literario que mayor vitalidad tiene, por la sencilla razón de que la gente jamás dejará de contar lo que le pasa, ni de interesarse por lo que le cuentan cuando está bien contado. Y esto es así y lo seguirá siendo a pesar de la miopía de muchos editores”.



Adolfo Bioy Casares: “Creo que ante cada cuento hay que pensar qué técnica le conviene a uno para ese cuento. Casi hay que inventarla”.



Abelardo Castillo: “Hay un mundo que el cuento puede contar con mucha más facilidad que la novela. Por ejemplo, Dostoievski se preguntó cómo se hace para contar a la gente sencilla, simple, normal. Y yo creo que se lo preguntó porque era novelista. En una novela, la gente sencilla prácticamente no existe. No es que no se la pueda contar, como quería Dostoievski; pero en el cuento se toma un sector recortado de la realidad. Y ahí sí se puede hallar al personaje simple”.
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El más pintado... Eduardo Galeano

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"En su diario del Descubrimiento, el almirante Cristóbal Colón escribió 139 veces la palabra oro y 51 veces la palabra Dios o Nuestro Señor. Él no podía cansar los ojos de ver tanta lindeza en aquellas playas, y el 27 de noviembre profetizó: Tendrá toda la cristiandad negocio en ellas. Y en eso no se equivocó."

Periodista y escritor uruguayo, Eduardo Galeano es autor de Las venas abiertas de América Latina, Días y noches de amor y de guerra y El libro de los abrazos, entre muchas otras obras. Es dueño de un estilo narrativo conciso y directo, y su visión siempre está del otro lado de los hechos, como si quisiera mostrarnos el revés de la historia, la trama oculta de la historia. Lo curioso es que logra su objetivo basándose en los datos, registros y documentos de la historia tal cual nos fue mostrada desde siempre. ¿Será el nuestro uno de esos casos de miopía colectiva?
El fragmento elegido pertenece a Ser como ellos y otros artículos (Siglo XXI Editores - Méjico 1992). Para seguir tratándo nuestra miopía, se puede leer algo más de Galeano con un solo clic.

La pintura lleva por nombre Bautismo y pertenece al talentoso Emilio Reato, quien ya ha dado muestra de su excelente labor en nuestra galería. Para saber algo de Emilio sólo tenés que hacer clic acá.

Tertulia

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Angélica Gorodischer: “Nunca investigo; lo invento todo. Mientras sea verosímil dentro del texto, ¡qué me importa si es cierto o no! Si vos te lo creés está bien”.



Mario Vargas Llosa: “La materia prima de la literatura no es la felicidad sino la infelicidad humana, y los escritores, como los buitres, se alimentan preferentemente de carroña”.



Abelardo Castillo: “Todo gran creador es al mismo tiempo el más puro y el más perverso de los seres; cualquiera que se haya esforzado en comprender por qué se hace y de qué se hace una gran literatura sabe que es así. Y si no lo sabe, tanto peor: no hay explicación que se lo explique”.



Adolfo Bioy Casares: “Un novelista, un cuentista, es un antropófago que, además, se come a sí mismo. Uno aprovecha todo”.



Jorge Luis Borges: “Cuando los hombres llegaron a la Luna me sentí emocionado, lloré. Pero me emocionaron más los dos personajes de Wells que habían llegado a la Luna unos setenta y tantos años antes. Es verdad que no habían llegado, o mejor dicho: habían llegado del único modo verdadero, que es el de la imaginación, tan superior a los meros hechos, que son, como diría Lugones, efímeros”.
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Mario Benedetti: gracias por la tregua

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por Agustín Gribodo
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“Después de tanta espera, esto es el ocio. ¿Qué haré con él?”, concluye Martín Santomé en el final de La tregua. Lo dice con más desazón que esperanza; lo dice tras esperar una vida entera para jubilarse; lo dice después de darse cuenta de que ha sido domesticado para la rutina laboral. Y sabe íntimamente que sólo fue preparado para ese modo de esclavitud social.

. . . A grandes rasgos, La tregua responde a una transformación histórica que parte del concepto de gran urbe. En la primera mitad del siglo pasado, la novelística experimenta una transformación en el Río de la Plata: de la mano de Roberto Arlt y Eduardo Mallea, en Buenos Aires, y Juan Carlos Onetti, en Montevideo, la novela deja el ámbito rural para introducirse definitivamente en la ciudad.

. . . Este cambio implica grandes mutaciones industriales, arquitectónicas y humanas. La óptica del escritor no sólo debe abarcar otro medio, sino también otro modo de vida, otros individuos más herméticos, con soledades diferentes.

. . . Es común, en esta etapa, la novela de corte confesional, recurso que Mario Benedetti toma para sí. No es casual que el elemento expresivo de Martín Santomé (el medio elegido por el autor) sea un diario íntimo. A través de ese diario, Benedetti pone en la visión del protagonista la crítica de la realidad, la historia del entorno y las circunstancias que llevan a la pregunta final: "... esto es el ocio. ¿Qué haré con él?"

. . . La cuestión esencial planteada en La tregua reside en cómo y para qué superar la asfixia de una vida burocrática. Al respecto, Benedetti encamina los pasos del lector hacia el choque con los problemas, nunca hacia las soluciones. La pausa (o la tregua) que Laura Avellaneda simboliza para Santomé no hace que la insatisfacción desaparezca; muy por el contrario, sirve para desnudar finalmente –con la muerte de la joven– el carácter efímero de la alegría, las convicciones precarias del hombre y el sentido utilitario que el estado da al individuo.

. . . En la época en que fue publicada La tregua, el concepto de gran urbe imponía el empleado público como referente óptimo del hombre ciudadano. Un modelo obediente, resignado e insatisfecho, pero modelo al fin. Contra esa imposición se rebelaba Benedetti.

. . . Hoy las cosas cambiaron. Desde hace un par de décadas el concepto de gran urbe exige un hombre exitoso, empresarial, emprendedor y autosuficiente. Un modelo caníbal en el ámbito de la empresa privada.

. . . No sé si aquel modelo de los sesenta era mejor que el actual. En realidad, creo que no se diferencian demasiado. Pero por qué no pensar que en estos momentos un joven escritor está creando un nuevo Martín Santomé, acorde a los tiempos que corren: un personaje sanguinario, feroz e inescrupuloso obligado a crecer entre los cadáveres que va dejando en su camino. Un empleado de una empresa privada con un futuro brillante, pero con la misma insatisfacción de aquel que en La tregua, al final de su vida laboral, se preguntó qué hacer con el ocio.

(pintura de Edward Hopper)