Hay más cosas en el cielo y en la tierra

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METAFÍSICA
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con mi hijito
paseamos por el cementerio
y me pregunta
¿qué hacen los muertos?
Están acostados sin moverse
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¿todo el día?
Sí querido, todo el día
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y a la noche ¿se pueden mover?
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No sé
nunca vine de noche
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vengamos una noche, papi
vengamos una noche
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dijo
y siguió con su bici
entre los panteones.

. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .Alejandro Schmidt
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De acuerdo con sus raíces griegas, la palabra metafísica significa “lo que viene después de la naturaleza”, es decir, “lo que está más allá de lo físico”. Y según lo que me ha comentado Alejandro Schmidt, este poema es la transcripción literal de la charla que mantuvo con su pequeño hijo, una mañana de visita en el cementerio.
La virtud de esta breve joya –cuyo autor nació en 1955 en la ciudad cordobesa de Villa María, donde reside actualmente– consiste en mostrarnos, de un modo simple y directo, la visión natural de los niños respecto del mundo, una visión que con el paso del tiempo y la (de)formación vamos perdiendo. Es como si, emulando una escena de Hamlet, el pequeño hijo le dijera al experimentado padre: “Hay más cosas en el cielo y en la tierra de las que ha soñado tu filosofía”.
Alejandro Schmidt tiene una vasta obra publicada en una veintena de libros (Metafísica pertenece a En un puño oscuro, publicado en 1998). Es además periodista cultural y dirigió la editorial Radamanto. Con un clic se puede acceder a sus blogs y conocer la tarea de difusión cultural de este intelectual cordobés.
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La composición fotográfica que acompaña esta entrada, se titula Fantasía y pertenece a Roberto Bernabitti, vecino de San Antonio de Padua, en el oeste del Gran Buenos Aires, quien, además de dedicarse al cine y la fotografía, cultiva el infrecuente gusto por la amistad.
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7 comentarios:

CaZp dijo...

Como dijo Picasso:
"A los doce años sabía dibujar como Rafael, pero necesité toda una vida para aprender a pintar como un niño."

Que pérdida que nos hace sufrir la civilización cuando nos "educa" en esta limitada realidad en la que deambulamos, abandonando la ciencia infusa de la que venimos imbuidos.

Este es sólo un divague muy personal.

Abrazo y buen finde¡

pd, pensar que, durante mi adolescencia, gustaba de pasear por los cementerios y descubrir las historias grabadas en lápidas y epitafios...

Mariana Marziali dijo...

Agustín , esta entrada me trajo recuerdos de cuando siendo pequeña visitábamos el cementerio con mi abuela, las largas charlas con ella sobre nuestros seres queridos allí enterrados, la limpieza de las tumbas, alguna vez jugando a las escondidas con mi hermana en ese lugar. Es increíble con la naturalidad que vemos el mundo cuando somos niños, ahora si volviera a ese cementerio no me haría tanta gracias, sería para visitar la tumba de mis queridos y extrañados abuelos.
Cariños.

Cynthia dijo...

Cazp no era el unico. Para mi recorrer Recoleta era tan natural como ir a un parque. Ya de chica me atraia ver esas hermosas construcciones de marmol, sin pensar siquiera en aparecidos, solo por el gusto de admirar a los artistas o artesanos que los construyeron.
Despues de todo....cuideme Dios de los vivos, que de los muertos me cuido yo.

Mar dijo...

Creo que nadie lo puede explicar mejor:

La vida debería ser al revés!!
Se debería empezar muriendo así el trauma estaría superado.
Luego te despiertas en una residencia mejorando día a día.
Después te echan de la residencia porque estas bien y lo
primero que haces es cobrar tu pensión.
Luego en tu primer día de trabajo te dan un reloj de oro.
Trabajas 40 años hasta que seas bastante joven para
disfrutar de tu vida laboral.
Entonces vas de fiesta en fiesta, bebes, practicas el sexo
y te preparas para empezar a estudiar.
Luego empiezas el cole jugando con tus amigos, sin ningún
tipo de obligación. Hasta que seas bebé. Y los últimos 9
meses te pasas flotando tranquilo con calefación central, room,
service, etc...
Y al final Abandonas este mundo en un orgasmo.

Quino.

Un saludo.

Agustín Gribodo dijo...

Vaya... Al parecer el tema de los cementerios estimula la imaginación. Lo bueno de esto es cómo un poema casi literal y, en apariencia, ingenuo, nos remite a lo más profundo de nuestras vivencias y preguntas esenciales: quiénes somos y para qué somos.
Por lo visto, Alejandro Schmidt es uno de esos poetas que saben para qué sirven las palabras.
Gracias Cazp, Mariana, Cynthia y Alberto. Un abrazo para ustedes.

wuicho dijo...

El día de mañana se celebra en mi país el día de los muertos.
Este escrito le viene bien!!
Un abrazo!!

**VaNe** dijo...

Creo que ante este poema y estas reflexiones muchos de nosotros tomamos conciencia del crecer del miedo.
De chicos tomamos como naturales hechos que verdaderamente lo son. Al crecer, vamos se nos van contaminando las antenas.
La tarea resulta pues, pulir y pulir, desaprender lo aprendido...
Cierto Agustín: cuánto da para filosofar, cuánto inspiran estos temas.
Como siempre, gracias por compartir.
Beso!